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Cómo hidratarte correctamente

Últimamente se han hecho muy populares las botellas de agua gigantes, que te indican la cantidad de agua que debes de haber tomado en cierto momento del día. El objetivo es que, al terminar de beber, hayas cumplido con tus objetivos de hidratación. Pero, ¿sabes realmente la cantidad de agua que debes tomar? Y, ¿tomar agua es lo único que podemos hacer para hidratarnos? En este artículo hablaremos del mito de tomar mucha agua, cuánta agua realmente necesitas, cómo hidratarte de manera eficiente y cómo hidratarte más allá del agua. 

Comenzaremos desmontando la noción arraigada de que la cantidad de agua ingerida es el único factor determinante para una hidratación adecuada. Abordaremos las complejidades de las señales corporales, la relación entre la sed y la deshidratación, y cómo este proceso está intrínsecamente ligado a la regulación hormonal.

A través de esta exploración, descubriremos cómo la hidratación inadecuada puede desencadenar reacciones hormonales adversas, desequilibrando la producción de cortisol, afectando las hormonas renales, del apetito y la sensibilidad a la insulina, y comprometiendo la fluidez de la bilis. Es hora de desentrañar este pilar aparentemente simple pero profundamente influyente en nuestro bienestar.

Prepárate para sumergirte en el complejo mundo de la hidratación y las hormonas, mientras desafiamos las creencias convencionales y exploramos una nueva perspectiva sobre cómo mantener un equilibrio hídrico óptimo para una salud hormonal integral.

¿Cómo afecta la deshidratación a tu cuerpo?

La deshidratación activa un sistema de alerta en nuestro cuerpo, con el hipotálamo jugando un papel crucial. Este centro regulador, encargado de monitorear el equilibrio hídrico, detecta cualquier escasez de agua en nuestro organismo. Ante esta señal de alerta, se inicia un mecanismo defensivo.

Cuando el hipotálamo percibe la falta de agua, desencadena la liberación de la hormona antidiurética, también conocida como vasopresina. Esta hormona juega un rol fundamental en la regulación del volumen y la concentración de la orina. Su objetivo primario es conservar el agua en el cuerpo, reduciendo la cantidad de líquido excretado por los riñones.

Sin embargo, este mecanismo de defensa, si bien es una respuesta adaptativa a la deshidratación, puede desencadenar una serie de eventos que afectan el equilibrio hormonal. La liberación de la hormona antidiurética en respuesta a la falta de agua desencadena un efecto en cascada en el sistema hormonal, conduciendo a la liberación de cortisol, la hormona del estrés.

El cortisol, una vez liberado, inicia una serie de reacciones en cadena que pueden impactar significativamente en el equilibrio hormonal. Este aumento del cortisol puede ser el primer dominó en una cadena que desencadena desbalances hormonales. En situaciones de estrés prolongado debido a la deshidratación crónica, el cortisol se mantiene elevado, lo que puede desencadenar una serie de efectos adversos en la salud hormonal y el bienestar general.

Es crucial entender que este ciclo puede convertirse en un factor desencadenante de alteraciones hormonales, afectando la regulación hormonal, los niveles de energía y el estado de ánimo. La deshidratación, al elevar el cortisol mediante la respuesta del hipotálamo y la liberación de la hormona antidiurética, no solo afecta el equilibrio hídrico, sino que puede desencadenar una serie de consecuencias negativas en la salud hormonal y el funcionamiento corporal.

Impacto de la deshidratación en diversas hormonas y funciones corporales

Hormonas renales y su regulación:

Tus riñones, responsables de producir hormonas como la renina y la angiotensina, desempeñan un papel crucial en la regulación de la presión arterial y el equilibrio de líquidos. La deshidratación puede dificultar esta función, limitando la capacidad renal para filtrar toxinas y hormonas, lo que puede desencadenar desbalances hormonales y afectar el ciclo menstrual.

Hormonas del hambre y la saciedad:

La grelina, hormona del hambre, y la leptina, hormona que suprime el apetito, pueden ser influenciadas por la deshidratación. En situaciones de falta de agua, los niveles de grelina tienden a aumentar, lo que puede llevarte a sentir más hambre cuando en realidad podrías estar deshidratada. Esto desencadena una confusión en las señales de hambre y saciedad, impactando tus hábitos alimenticios y tu nutrición.

Sensibilidad a la insulina y metabolismo:

La deshidratación crónica puede influir en la sensibilidad a la insulina, comprometiendo la capacidad celular para recibir correctamente esta hormona y regular la glucosa en sangre. La pérdida excesiva de agua y electrolitos, así como cambios en la distribución intracelular del agua, pueden afectar la regulación metabólica, contribuyendo a desequilibrios en el metabolismo y la respuesta a la insulina.

Fluidez de la bilis y digestión:

La deshidratación también puede influir en la fluidez de la bilis, vital para la digestión de las grasas y la eliminación de toxinas y hormonas, especialmente el estrógeno. Cuando la bilis no fluye adecuadamente, se compromete la eliminación de estrógenos y otras toxinas, contribuyendo a un exceso de estrógeno en el cuerpo. Además, la falta de fluidez en la bilis puede afectar tu digestión y la absorción de nutrientes, lo que puede impactar tu equilibrio hormonal y bienestar general.

La deshidratación no solo desencadena alteraciones en la regulación hormonal, sino que también puede tener efectos significativos en diversas funciones corporales, desde la digestión hasta la regulación metabólica y la sensación de hambre. Es esencial reconocer cómo la falta de agua puede influir en múltiples aspectos de la salud hormonal y el bienestar general.

Desmitificando el consumo excesivo de agua

Cantidad recomendada de agua:

¿Cuánta agua debemos de tomar realmente? Según las pautas del Instituto de Medicina (IOM) y la European Food Safety Authority (EFSA), las cantidades de agua recomendadas varían según el género. El IOM establece una ingesta adecuada de alrededor de 3.7 litros (125 onzas) para hombres adultos y 2.7 litros (91 onzas) para mujeres adultas, incluyendo todas las fuentes de líquidos y agua contenida en los alimentos. Mientras tanto, la EFSA recomienda aproximadamente 2.5 litros (84 onzas) para hombres y 2.0-2.5 litros (67-84 onzas) para mujeres, considerando también agua proveniente de alimentos y bebidas. Pero en realidad, como veremos en la siguiente sección, hay distintos factores que determinan cuánta agua debemos de tomar.

Origen del mito del consumo elevado de agua:

Entonces, ¿por qué tenemos esta creencia general de que mientras más agua bebemos es mejor? Durante décadas, ha persistido la idea de que una ingesta elevada de agua es esencial para la salud. Esto se popularizó en parte debido a recomendaciones que sugerían la cantidad de "ocho vasos de agua al día", aunque carecía de un respaldo científico sólido. Este consejo, sumado a la cultura y la comercialización del agua embotellada, influyó en la creencia de que más agua es sinónimo de una mejor salud.

¿Tomar mucha agua es hidratarte?

Como mencionamos anteriormente, no basta con considerar el género de las personas para determinar qué tanta agua deben de beber. Las recomendaciones generales pueden variar dependiendo de diversos factores, como el nivel de actividad física, el clima, el estado de salud y otros aspectos individuales. Por ejemplo, situaciones como la práctica de ejercicio intenso, climas cálidos o la lactancia pueden aumentar considerablemente las necesidades de líquidos. Enfermedades o condiciones de salud específicas también pueden requerir una ingesta mayor de agua para compensar pérdidas adicionales.

Adaptación a las necesidades individuales:

Más allá de las recomendaciones generales, es fundamental reconocer las señales internas del cuerpo para determinar las necesidades de hidratación personalizadas. La sed, siendo el indicador más obvio de deshidratación, debe ser atendida prontamente. Observar otros síntomas de deshidratación, como fatiga, sequedad en la boca o la piel, puede ser crucial para ajustar las cantidades de líquidos ingeridos.

Consideraciones sobre el consumo de otros líquidos:

Es importante recordar que las recomendaciones sobre la ingesta de agua a menudo incluyen líquidos provenientes de todas las fuentes, como bebidas y alimentos hidratantes. Sin embargo, ciertos líquidos, como el café o la leche, pueden tener efectos específicos en la hidratación y podrían no ser adecuados para todas las personas o situaciones.

Ajuste a las necesidades individuales:

La mejor manera de determinar las necesidades específicas de hidratación es prestar atención a las señales de tu cuerpo y adaptar la ingesta de líquidos según las condiciones y requerimientos individuales. Reconocer estas señales y ajustar la ingesta de agua según las necesidades reales, considerando diversos factores, es esencial para mantener un balance hídrico adecuado y favorecer el equilibrio hormonal.

Hacia una hidratación personalizada y equilibrada

En esta exploración sobre la hidratación efectiva y su impacto en el equilibrio hormonal, descubrimos que el equilibrio hídrico va más allá de la simple cantidad y se fundamenta en comprender las señales internas del cuerpo.

Al aprender a escuchar a tu organismo y reconocer las señales de deshidratación, como la sed y otros indicadores sutiles, estás en el camino hacia una hidratación más efectiva y personalizada. Es esencial entender que las recomendaciones generales sobre el consumo de agua deben adaptarse a las necesidades individuales, considerando factores como la actividad física, la salud, el clima y las preferencias personales.

La clave no es solo beber más agua, sino beber de manera inteligente, reconociendo la variedad de fuentes de líquidos que pueden contribuir a tus necesidades. Conocer a tu cuerpo te permitirá ajustar la ingesta de líquidos de acuerdo con tus propias necesidades, ya que el objetivo no es solo hidratarse, sino hacerlo de manera efectiva y consciente, reconociendo que la hidratación personalizada es una herramienta poderosa para mantener la salud hormonal y el bienestar general.